el revés de una ausencia que se deja pensar como luz, cuando nos vamos lejos del cuerpo, a viajar con otras almas.
Entonces, ¿me seguís? la noche puede ser “lo Otro” (pero por favor, no lo pensemos en clave antropológica, me resulta cursi y vacío)
Entonces, la noche es un espejo, además, de guante.
El espejo en el que todavía no sabemos mirar, pero que evocamos para no morir de verdad, antes de despertar.
Porque, eso que nace como palabras en las bocas de los seres humanos, son algunas de las tantas bocas abiertas,
la embriaguez de saberse solo y no cerrar los ojos
la embriaguez de tropezar y caer hacia arriba
la embriaguez de entender todo y no saber decirlo
la embriaguez de saberse muerto.
De noche, todas las estaciones son absurdas. ¿A quién le importa enero, marzo, noviembre?. Septiembre, junio, qué va, cuando descansamos. Si de noche, todos los destinos son fugaces.
Pero estar vivo es saber que si alargamos las manos a través de las ventanillas, siempre habrá besos leves en las palmas: sagrados, inútiles misterios.
la que espera del otro lado ya no soy yo.
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